miércoles, 4 de noviembre de 2015

Pura melodía del corazón

Llegaste sorprendiendo.  Viniste para deslumbrarnos.  Al principio no te comprendía, no sabía que querías, ni que necesitabas.  Me hipnotizaba tu mirada, me atrapaba sonriendo cuando vos me sonreías.  Me sostenías de la mano y sentía que me transportabas a tu dimensión... a ese lugar donde todo es nuevo, donde todo es posible, donde cada segundo es un descubrimiento.  Me perdí algunos momentos (siempre pensando en el rol de "adulto" en ocuparme plenamente del trabajo y lo profesional) y en la primera de cambio ya habías dejado de gatear para empezar a dar tus propios pasos.
En algunos pasos más, con algún que otro escalón inesperado descubriste los golpes y el dolor, tu papá descubrió la desesperación, yo descubrí una preocupación nueva.  En un santiamén ya llamabas a tus padres, y con una velocidad del mundo actual ya decías un montón de palabras.  Insistencia mediante, más varios intentos fallidos, no decías ni tío ni Félix... hasta que un día que vinieron de visita, te dejé por un momento y sentí tu llamado; tratando de confirmar lo que llegaba a mis oídos con tu dulce voz, me asomé a mirarte y repetiste una vez más "elix", para así terminar de arrebatar mi corazón.  Los días que la realidad de la vida adulta me abruma pienso en vos, los días que se ponen grises busco que tu rictus dibuje en mi rostro uno propio, que tenga el color de tu mirada, el calor de tus abrazos, la belleza de tu ser.  Sos el alma que llegó para darnos luz, sos la luz que llegó para transportarnos, sos las alas que vinieron a rescatarnos, la belleza infinita, la preocupación por la vida, el ángel que nos cuida, el "farohumanito" más brillante, la estrella que jamás se apaga, sos la energía del ser, la armonía entre el ying-yang, sos un faro que me guía, sos la voz que endulza melodías... sos la canción del amor más puro.

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