miércoles, 23 de febrero de 2011

Redefinirse

Ya no piensa en sí, busca respuestas en espejos de colores, se ve reflejado en partes diminutas, es un rompecabezas de su propia mente mezclado y repartido.  Suena Audioslave, el rock mueve su cuerpo, electrifica su alma y sacude su cerebro.  Distante, parado en la cornisa de la terraza, caminando sobre el tanque de agua del edificio, puede observar el cielo caer, los aviones pintando dibujos de viajes exóticos, el mar embravecido en silencio en la pacifica noche, la luna violenta atacando un millon de insomnes.  Se sabe desatado de un mundo que no eligió, amarrado a un puerto de temores del que lucha por zarpar.
El perro guardián le ladra una vez más a través de la reja, mientras otro, callejero, lo acompaña por las desiertas cuadras de su barrio.  ¿Es que acaso todos duermen cuando el despierta?.  Vampiro en busca de sangre fresca, ideas alucinantes que no lo lleven a un lugar donde la alucinación es palabra de internación.  Liberado en el correr de las venas, circuitos orgánicos del universo lo despojan de su ser.  La vieja calesita de plaza da vueltas sin cesar, vuelven a él memorias de su tambaleo alejándose de la misma; recuerdo sutil que lo marea en el recorrer del pensar.  Binoculares para el corazón, el microscopio del alma observando el incoherente accionar de lo que dicen llaman sentir.  Se suelta, se aleja del lugar donde su alma fue encadenada, puede ir con la corriente sin buscar ya ningún faro.  El saxo tenor de su amigo Charlyman resuena en sus entrañas, las señales de la luz lo bajan a tierra desde una ciudad de diagonales.  Preguntas que lo hacen meditar, consejos que lo ayudan a cicatrizar y revivir.  El piano se expande en notas en la sala, el árbol yace en el sillón desnudo y agonizante, el sol se escondió bajo la cama otra vez, sigue jugando en el cuarto el niño que nunca lo abandonó.  Comenta su transitar al pasar entre flores y cesped, el riego lo atrapa en el medio de un baile de gotas sonrientes.
La lluvia amenaza nuevamente, extiende sus brazos pues quiere recibirla con el mismo amor con el cual se entrega a la noche, con la misma pasión con la que algunas veces se encuentra envuelto en sábanas ajenas, con la misma intensidad con la que se ha parado a tres mil metros de altura para intrépidamente sentir la vida en el adrenalínico viaje de las aves.  Pierde noción del tiempo mientras el río lo arrastra con fuerza hacia la caida, ve a la distancia como el agua comienza a volar al vacío, por unos segundos se impacienta y evalúa la posibilidad de nadar en contra, pero abandona la idea cuando acepta el vertigo que cada poro de su cuerpo siente ante la incertidumbre, finalmente en la batalla interna abandona miedos que intentaban hundirlo, viaja velozmente en rápidos suaves, puede ya divisar el espacio donde encontrará su próximo destino, el que lo seducirá en un descender eterno.  Llegando el momento se alista a saltar (¿Para que caer cuando puedes impulsarte?), estalla en piedras el torrente del caudal que lo ha transportado, espuma del impacto, se sumerge hasta tocar fondo... revisa su entorno, lo rodean mil sonrisas... es hora, aunque ya no sabe en que huso horario está, de emerger, guiña un ojo, hace una reverencia, verá el mundo que lo espera al salir a la superficie, se alegra, sabe que está redefiniendo su existencia.

2 comentarios:

Valeria Soledad dijo...

Tu Universo se hace imagen, Felix Pablo...
La textura de tus palabras refrescan, hace que respire de una vez.
Gracias por compartirlo.

iviz dijo...

Me encanta!!!que profundidad...gracias Felix.