sábado, 12 de diciembre de 2009

Pequeños monstruos que quieren tapar el sol con el dedo

En un momento de mi vida alguien me ha dicho "no se puede tapar el sol con el dedo" y de alguna forma vuelve a mi esa frase.  Vuelven también los exóticos globos que vuelan sueltos por la calle, el último fué esta semana... era naranja.  Alguna vez fué uno azul cerca del Paseo de la Costa en Vicente Lopez, luego de un show de Títeres y Marionetas (del grupo Ensueños) tan psicodélico como la vela de la balsa que asoma por sobre las ventanas al mundo dibujando sonrisas de admiración ante cada suceso de la vida.  Otra vez fué uno blanco que estaba ya algo desinflado por las veredas de Palermo.  Hubo uno amarillo en situación de tarde de película.  Han habido varios, siempre me he preguntado el porque de su presencia en determinados momentos.  Tal vez son marcas en el camino, son hitos de nuestros actos, un recordatorio, una brújula para el corazón... como las estrellas que nos guian bajo el mismo cielo.

Estamos rodeados de señales que nos recuerdan lo que queremos, y lo que perseguimos.  Es algo que en el fondo siempre viaja con nosotros, pero resulta que en algunos momentos nos desorientamos.  Las emociones son las que marcan el transcurrir y no las ajugas de un reloj en realidad, no se si Albert se referia especificamente a un concepto similar al hablar de "relatividad", pero lo que determina cada momento y la sensación que tenemos respecto de su duración depende de nuestro estado de ánimo.  Somos responsables de nuestros estados y debemos tener conciencia de los momentos que transitamos y las elecciones que tomamos frente a cada uno de ellos.
Somos los pequeños monstruos que han creado nuestros padres, y si somos padres crearemos pequeños mounstros intentando siempre buscar una versión mejorada, pero es claro que somos humanos y no creo al menos yo alcanzar en esta vida el nivel de claridad de alguien que se equivoque menos, bastante menos quizás.  Es claro que esos pequeños mounstros son la criatura mas adorable de la tierra y que haremos siempre nuestro mejor esfuerzo por darles lo mejor, pero lo claro es que no sabemos a veces que es lo mejor para nosotros siquiera, por lo que nos encontramos ante una dilema.  Sobre todas las cosas seguro prevalecerá ante todo el sentimiento de lo que conocemos como amor.  El preocuparnos, el estar pendiente de otras personas, pasamos por diferentes clases de ese mismo sentimiento en la vida y en diversos grados inclusive.  En todas las religiones generalmente es parte fundamental de la enseñanza de cada maestro en lo que respecta a este sentimineto, sin embargo en casi todas luego han sabido ponerle precio a la enseñanza divina de la magnífica oportunidad que tenemos de vivir.
Somos libres para encontrar en todo el universo la creación de "Dios", "La Madre Naturaleza", "Alá", "Cosmos" o como quieras llamarlo, que es lo que nosotros creamos para nosotros.  Buscamos siempre indefectiblemente lo que dicta nuestro sentir, nuestro pulso en este mundo, de una u otra manera.  Sabemos que perseguimos la felicidad y simplemente debemos relajarnos un poco para poder encontrar el equilibrio.  La busqueda del resultado YA no sirve (claro está ya con los avisos televisivos).  Los cambios internos necesitan asentarse, necesitan fluir, como debemos dejar nosotros fluir nuestros sentidos.  Nunca te detengas, el tiempo no lo hará por tí.  No te reprimas, es acorralar lo que naturalmente quieres, es forzarte a no ser, a no sentir lo que tu cuerpo y alma requieren.  Todo es lo que tiene que ser, y eso nos tiene que hacer libres para tomar decisiones más sabias para conseguir lo que desde el centro de nuestro ser deseamos.

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