Es un camino tan bueno como lo creemos y puede ser tan doloroso como creamos también.
Los sueños quebrados, desparramados por la habitación, como fotos cortadas, pequeños fragmentos de un film en movimiento. Es entonces que mirás al cielo, respirás, y el infinito pinta nuevos cuadros para tu espíritu, la señal es el resplandor... pinceladas de felicidad.
La muerte también es nacimiento, el final es solamente el principio, y el principio sólo un final. Cada momento tiene su desenlace, simplemente hay que dejar que corra el tiempo, pero sin soñar más de lo que vivimos. Darnos el espacio del movimiento de la Tierra para pensar, para volver a reconectarnos con nuestro ser para poder reconectar con el universo y vibrar en sintonía con él. La presión que ejercemos por obtener resultados inmediatos nos lleva al fracaso asegurado, mientras que el goce del momento nos demuestra que la vida es tan buena como dispongamos y decidamos tomarla.
Buscar el ilógico punto de equilibrio en este mapa desordenado es una misión que parece compleja, pero no he de preocuparme, encontre mi brújula y vuelvo a viajar con ella.
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