Perdido en la sobriedad de una semana muy zen yendo directo hacia un inicio y un final. Transitaré mi experiencia, mi ceremonia, mi momento (ese que postergué por más de 2 años) para reencontrarme. Voy a enfrentarme con la luz de mi ser, como también con mis miedos y demonios.
Ahora lo sé, soy pura energía. Soy la fortaleza casi bruta de mis entrañas, el tren que va para adelante. Sólo una bala podría detenerme, será mejor que apunten a la cabeza o el corazón, sino seguramente seguiré avanzando aún herido. No es la energía a mi alrededor la que me moviliza y comencé a comprender que hay mucha gente cerca a la que le cuesta manejar mi impulso. Es mi poder el que tira para adelante como carro de carga, que va hacia arriba, de lado a lado... y que puede arrastrarme en caída libre al fondo del infierno si no la freno y direcciono a tiempo.
Soy la fuerza que nace de mi centro, la misma que a veces no reconozco y olvido que soy simplemente eso, la vibración y potencia de mi sentir. Soy el que corre entre la multitud que camina en dirección contraria a mi, esquivando indiferentes miradas para igual llegar a la meta. Soy el que busca incansablemente, soy el shao-lin que regreso por su alma a buscarse. Soy el que se arrojará al vacío de su ser a descubrirse nuevamente. Estoy a punto de saltar de un precipicio, envuelto en la incertidumbre que me cubre y atrapa como una sabana que me abraza y no me permite escapar. No tengo ya casi miedos, y deseo perder los pocos que aún me atan. Las cosas suceden siempre a su debido momento... el de ahora es el de despedirme pues es tiempo de saltar.
martes, 13 de abril de 2010
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